Nos confesaba Desiderio Espinoza algo que ni sus propios allegados o muchos de los que se consideran amigos de antaño han conocido. Mantuvo muy cercano contacto con muchísimos personajes importantes de Piura cuando les sirviera como mozo en el aristocrático Centro Piurano. Esto debe haber sido por fines de los 40 y principios de los 50.
Desiderio me defiere algunos datos que contrastados con los que habíamos recogido de otras fuentes coincidirían plenamente. Mi abuelo don Baltazar Manrique Carrasco, escribano de estado, generalmente acompañado de sus grandes amigos los abogados Manuelín Cevallos y Otoniel Carnero, tal vez tomando viada como envalentonándose antes de marchar hacia los "bajos fondos", se echaban unas copas en el Centro Piurano, cosa que no saldría de lo común si es que no me hubiere también referido Espinoza que al día siguiente de la tranca, a eso de las 12 del mediodía y a manera de corte, usualmente don Balto mandaba a preparar y recoger un Bloodymary (vodka con jugo de tomates, tabasco y otras especies) servido como debe ser, esto es en vaso de trago largo, del más largo que pudiérase encontrar.
De lo anterior damos por consentido que don Desiderio Espinoza antes de ser brujo o curandero sirvió como mozo en nuestro primer club social, el Centro Piurano. Allí departiría sus conocimientos y consejos con Piura de arriba.Vivió Desiderio en la calle de Cuzco del Barrio Norte, pasando San Teodoro. Así se puede entender por qué en todas las fiestas de celebraciones que posteriormente realizara en su conocida casa de curaciones en la Av. Progreso de Castilla, siempre estarían presentes sus familiares, amigos y amigas de esta mal afamada mangachería rabiosa. Esta podría llamarse la otra parte de Piura, la de abajo.
La fiesta principal para Desiderio era la dedicada a su virgencita del Carmen en el mes de Junio, entre el 14, 15 y 16 que se convertían en días de paganas celebraciones. En ellos se rezaba en las horas del rezo, por lo general muy de mañana o en la noche, por lo que los que asistíamos en horas del calor pagano de la celebración nunca pudimos ver ni oír ninguna de estas demostraciones.
Todo lo contrario siempre estaban presentes guitarristas y cantantes y la bebida que corría a cántaros era precisamente esa, la chicha de jora de Catacaos. Al final vendría la cerveza intercalada con el exquisito rompope de cañazo, cóctel superior a cualquier otro habido y por haber, con el perdón de todos los pisqueros.
Era un privilegio para cualquier cholo ya sea de Catacaos o proveniente del Bajo Piura, de Castilla o de Piura mismo ser comadre o compadre del Brujo. Gracias a ello, o persé como dicen los escritores de fama, en las fiestas era mucho el boato pero no tanto el gasto. Desiderio no era ningún pelotas y de la chicha que se bebía y los animales que mataba ni la mitad salía de su bolsillo.
En lo musical personalmente le serví alguna vez de apoyo para cantar su vals favorito Rebeca, a la vez que con su mano entretejía en la maraña pectoral. “Ay Rebeca yo muero por ti”… cantaba Desiderio pestañando sus ojos adormitados. Eso si, nunca tuve nada que ver con sus otros vicios e intimidades, lo podría jurar, cosa que Lucho, el chofer de una combi de mi propiedad, no podrìa hacer pues en aquella época era el favorito del curandero.
Merced a estos amores es que frecuentábamos y tomábamos copas con el Brujo, donde alguna de sus comadres, preferentemente donde La Tila, allá en Catacaos.
El gasto corría por su cuenta pero como de costumbre gastaba por mitad, pues los picaos los ponía la dueña de casa. La verdad al final nos alejamos de esta amistad porque era muy chichero el Brujo y de tanta chicha ya el pelo estaba que se nos ponía chuto.
Merced a estos amores es que frecuentábamos y tomábamos copas con el Brujo, donde alguna de sus comadres, preferentemente donde La Tila, allá en Catacaos.
El gasto corría por su cuenta pero como de costumbre gastaba por mitad, pues los picaos los ponía la dueña de casa. La verdad al final nos alejamos de esta amistad porque era muy chichero el Brujo y de tanta chicha ya el pelo estaba que se nos ponía chuto.
Siguiendo con la celebración, a eso de las 5 de la tarde, en medio del jolgorio empezo a quedar todo en gran silencio. Aquel que levantaba la voz la propia gente le mandaba callar. Lo mismo se paralizó el trago. “Puta qué pasó”, dijimos, “se acabó todo… tan temprano”. El negro Ramos, Caliche García, el ñato Bregante, Amaro León, cachagatas García, Paco Sánchez, que habían caído en grupo, todos preocupados se acercan a la sala mayor donde al frente de una gran mesa el Brujo, ya entrado en tragos, se dirigía a sus comadres y compadres para predecir todos los agüeros que ellos deseaban escuchar.
Esto era fácil para Lelo, como le llamaban los más allegados, pues él se sabía la vida de cada uno de los presentes en la mesa. A ti María este año te va a ir bien en tus sembríos de algodón, a la Juana que su hija se iba a mejorar de salud, al compadre Manuel "poncho viejo" que la mujer iba a regresar.
Todos querían conocer su suerte. “A mi Lelo”, “a mi Lelo”, se disputaban el turno. Así hasta que Lelo, que ya se le veía agotado e impaciente, en un arrebato increíble dando un golpe a la mesa arroja la dura frase “...pero eso sí les digo que el próximo año se acaba el mundo”. Todo el auditorio apiñado en el salón al unísono clamaba “No Lelo… No Lelo” a lo que el Brujo frunciendo el seño y con voz terminante respondió “Ya lo dije… Ya lo dije” y salió de la sala batiendo las manos ordenando se reanude la música y siga el jolgorio. Todos los que habíamos llegado desde la Plaza de Armas, incrédulos de lo que habíamos escuchado de voz de Lelo, nos aguantábamos la risa hasta más no poder.
Esto era fácil para Lelo, como le llamaban los más allegados, pues él se sabía la vida de cada uno de los presentes en la mesa. A ti María este año te va a ir bien en tus sembríos de algodón, a la Juana que su hija se iba a mejorar de salud, al compadre Manuel "poncho viejo" que la mujer iba a regresar.
Todos querían conocer su suerte. “A mi Lelo”, “a mi Lelo”, se disputaban el turno. Así hasta que Lelo, que ya se le veía agotado e impaciente, en un arrebato increíble dando un golpe a la mesa arroja la dura frase “...pero eso sí les digo que el próximo año se acaba el mundo”. Todo el auditorio apiñado en el salón al unísono clamaba “No Lelo… No Lelo” a lo que el Brujo frunciendo el seño y con voz terminante respondió “Ya lo dije… Ya lo dije” y salió de la sala batiendo las manos ordenando se reanude la música y siga el jolgorio. Todos los que habíamos llegado desde la Plaza de Armas, incrédulos de lo que habíamos escuchado de voz de Lelo, nos aguantábamos la risa hasta más no poder.
Desiderio era pues un hombre muy querido en todos los círculos, hasta por las blanquiñosas pues cuando estuvo en su apogeo, según propia referencia y mis ojos también vieron, llegaban señoras de alta alcurnia para conocer de su futuro o recoger algún consejo para enfermedades y también conjuros amorosos para retener maridos. Uno de esos días llegaría por allí la que después sería mi querida suegra. Se apareció con sus sobrinas de la leonada, seguramente en busca de algún sortilegio contra su marido que le sacaba la vuelta, y contra este pechito que pretendía a la hija. Todo fue que me alcanzaron a ver al fondo, acompañado de mis amigos Lucho y el Zorro Sánchez esperando que acabe Lelo para ir a lo de la Tila, para darse media vuelta saliendo apuradas como si hubiesen visto al mismísimo diablo. Creo que nunca más habrían regresado.
Decíamos que Desiderio inició sus mesadas y curaciones en la calle Cuzco del barrio norte, al costado de la casa de don Félix Ramos Suárez, y como él mismo alguna vez se definiera, era un hombre muy recto, pero eso sí no era fanático. Es decir, era jueves y de manito quebrada.
Así de esta manera cuentan los muchachos de la plaza de Salaverry, allá frente al Teatro Municipal, capitaneados por Paquito Seminario y por mi compadre Huevo e Pava, todo certificado, oleado y sacramentado por el doctor Lucho Cevallos allá donde la Porongo frente al Municipal; relatan que por las noches, a la hora del reposo del Brujo, le llegaba a visitar el cholo Píldoras. No se sabe que cosas raras harían adentro, pero a propia confesión del cholo de marras detalla que una de esas noches, en la oscuridad del cuarto, interrumpiendo momentos de recogimiento e intimidad, tocan a la puerta en forma insistente y por demás sonora. El Brujo asustado le pide a su cariñoso acompañante “andate rapidito cholo que esa es mi hermana, salte por el corral”. Lelo era eso sí muy respetuoso de la familia y la tradición.
El cholo Píldoras efectivamente se viste en un dos por tres y se pone los zapatos para salirse envalao. Por ruta natural llega hasta la plazuela del cine Municipal, asesando un poco se sienta entre los muchachos, y ya un poco relajado estira las patas. “Gua, cholo, te has venido con los zapatos cambiados", exclama Paquito al ver que el Píldoras traía puestos un zapato marrón y el otro de charol negro y blanco. “Oye, ese es el zapato de Desiderio” recalca Picho Urbina. “Mierda las cagué” esputa el cholo al mismo tiempo que obligado por las circunstancias inicia todo el anterior relato a propia confesión y sin relevo de prueba.
Desde ese día el cholo Píldoras fue reconocido en la mangachería como el marido oficial del Brujo, y uno de los pocos que tenía derecho a llevar invitados por su cuenta a las fiestas de Desiderio Espinoza, que valgan verdades si bien era del otro bando, realmente era más caballero y más derecho que cualquierita, por lo que para los que tuvimos el privilegio de conocerlo siempre tendrá el bien ganado título de ser “El Brujo de Piura”.
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